Es cierto que sólo hay una calle, pero qué calle es: ¡la calle de los porches! Una nueva solidaridad campesina nació en torno a un proyecto único: restaurar lo más valioso de Le Verger, sus casas y, más concretamente, los rústicos porches. El tamaño y la calidad arquitectónica de las casas de labranza tradicionales dan testimonio del poder que tuvieron en el pasado los feudos señoriales de Poitou. Dos edificios del municipio están directamente vinculados a personajes que dejaron una huella perdurable en la zona: Radegonde con su capilla y la familia Marconnay con su castillo, del que hoy sólo queda una vivienda flanqueada por torres.