Deambular por las calles de Frontenay es como hacerlo por un museo viviente de la vivienda tradicional poitevina. Las casas de los campesinos del pueblo hacen gala de una bella arquitectura rural: muros con uniones notables, porches rústicos que a veces albergan un palomar, verjas y escaleras exteriores. La iglesia románica de Saint-Pierre tiene una particularidad sorprendente: su campanario alberga un palomar con 77 cerrojos, que lo transforman en un palomar que alberga una mezcla de palomas y campanas. Durante su estancia en Frontenay, visite el huerto pedagógico de Trois-Noyers, especializado en hortalizas olvidadas como calabazas, tomates y berenjenas.